Los dermátalogos no se cansan de repetirlo. Hay que usar un protector solar adecuado al tipo de piel, a o poder ser antes de salir de casa (pero lo importante en cualquier caso es echárselo en cuanto empiece la exposición al sol) y repetir la aplicación periódicamente y, sobre todo, después de cada chapuzón en la piscina o el mar. Pero, ¿qué hay que tener en cuenta para elegir el protector solar? ¿Cómo saber qué producto es más adecuado para cada tipo de piel?

La eficacia de los protectores se mide a través de un índice o factor de protección (el número que aparece en el envase).

Según explica Marco D’Amato, farmaceútico de Rieman P20, «el factor de protección solar (SPF) indica el tiempo durante el que un protector solar aumenta la capacidad de defensa natural de la piel antes de llegar a quemarse, frente a los rayos UVB. Es decir, un SPF 30, por ejemplo logra que la piel tarde 30 veces más en enrojecer, que si no se aplicara protección».

Qué tener en cuenta para elegir el protector solar

A la hora de elegir el protector solar, conviene tener en cuenta estos cuatro factores:

  1.  El fototipo de piel de cada persona, es decir la capacidad de la piel para asimilar la radiación solar.La clasificación de fototipos oscila entre 1 y 6, según la escala Fitzpatrick desarrollada en 1975 por Thomas B. Fitzpatrick: cuanto mayor es el valor numérico, más cantidad de melanina genera la piel.
    • El 1 corresponde a la piel extremadamente blanca que se quema en cuanto le da el sol y nunca se broncea.
    • El 6 sería a la piel muy oscura y resistente al sol que no se quema y siempre se broncea con un color más oscuro.

    Las pieles muy claras e hipersensibles necesitarán un factor +50.

  2.  El grado de exposición solar y la hora de exposición al sol, ya que el sol quema más entre las 11 y las 17 horas.
  3. Si se va a realizar alguna actividad física e incluso la sudoración que podría eliminar antes la protección solar.
  4.  Las características geográficas y climátológicas del lugar donde se está expuesto al sol (playa, montaña).
    La intensidad de los rayos ultravioleta UVB (responsables del bronceado y las quemaduras) depende de la posición o altura del sol. Cuanto más corto sea el trayecto recorrido por los rayos, más fácilmente llegarán a la piel y más nos queman.
  • El riesgo de quemadura solar aumenta un 4 por ciento por cada 300 metros de altitud (por eso el sol es tan agresivo en la montaña).
  • La acción solar también depende del suelo donde se reflejen los rayos: 85% en la nieve, 25% en la playa, 5% en el agua y 4% en la hierba.
  • El viento puede incrementar un 25% la influencia y los días nublados son tan peligrosos como los de intenso sol, ya que la mayoría de los rayos atraviesan las nubes, aunque no nos demos cuenta.

La doctora Raquel Novo, jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Universitario HM Montepríncipe y del HM Puerta del Sur aconseja «usar inicialmente a un fotoprotector en crema o loción y reservar el gel, el aceite o el spray para las reaplicaciones».

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