La Navidad es una de las fechas en las que se producen más atragantamientos porque las comidas son más abundantes y, además, tomamos algunos alimentos que no solemos comer durante el resto del año, como los polvorones y en el caso de algunas personas, las uvas de Nochevieja.

Por ello, la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello recuerda que las uvas son un riesgo de atragantamiento para los niños pequeños si las toman enteras y con pepitas.

Según un estudio publicado en la revista Nurs Child Young People, las uvas  enteras (con piel y con pepitas) son la tercera causa de asfixia relacionada con la comida en los niños menores de cinco años.

Por lo tanto, si los niños quieren participar de la tradición de las uvas, hay que pelárselas y retirar una a una todas las pepitas que puedan tener. Además, por si acaso conviene dejar el resto de frutas lejos del alcance de los niños para que no llamen su atención e intenten llevárselas a la boca.

Según explica, la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello, el riesgo de atragantarse es mayor en los niños por dos razones:

  1. Tienden a llevarse a la boca todo lo que llama su atención.
  2. Sus vías respiratorias y el tubo digestivo son más estrechos y no están completamente desarrollados.

Por ello, hay que tener especial cuidado durante las fiestas navideñas en los que nos solemos juntar más gente de lo habitual a comer y cenar, y no perder nunca de vista a los más pequeños, pues las uvas no son el único alimento con el que se suelen atragantar.

  • Las salchichas y los caramelos también son especialmente peligrosos porque a menudo tienen un tamaño similar al de las vías respiratorias, lo que facilita que se atasquen en la hipofaringe de un niño y obstruyan el conducto.
  • También hay que tener cuidado con los trozos de manzanas, zanahorias crudas, semillas, palomitas de maíz, trozos grandes de carne y chicles, con los que los niños pueden asfixiarse por aspiración.
  • En general, con los niños deben evitarse los alimentos pequeños y duros –para evitar que sean aspirados–, y los de consistencia gomosa, ya como las mencionadas uvas, ya que estos productos no se deshacen ni con saliva ni con agua. Si los niños quieren tomarlos  hay que modificar su forma, cortándolos en varios trozos y quitarles la piel, si la tienen.

Frutos secos, no antes de los tres años

La Asociación Española de Pediatría ha indicado reiteradamente que no deben darse nunca frutos secos sin triturar a un niño antes de los tres años de edad, por el alto riesgo de atragantamiento que tienen, y que incluso sería recomendable no hacerlo hasta los seis o siete años.

Los niños no mastican ni trituran como un adulto, y el fruto seco podría aspirarse por las vías respiratorias en lugar de las digestivas por accidente hasta el pulmón y obstruir la respiración o provocar patologías como una neumonía.

Pero los atragantamientos no ocurren solo con la comida. Hay que tener mucho cuidado también con las piezas pequeñas de los juguetes y por ello no permitir que el niño tenga acceso a juguetes indicados para un rango de edad mayor que no serían juguetes seguros para él.

El consejo final que da Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello es no permitir que los niños manipulen ningún objeto, alimento o juguete más pequeño que el diámetro de un rollo de papel higiénico (para que no le quepa en la boca).

Además, hay que impedir que los niños corran, jueguen o hablen mientras están comiendo y recordarles que deben masticar bien.

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