Aunque en el primer trimestre de embarazo los cambios todavía no se aprecian por fuera, el organismo de la futura madre se está transformando por dentro, y mucho. De hecho, nada más producirse la fecundación se inician una serie de cambios hormonales para ayudar al cuerpo a adaptarse a las nuevas necesidades que produce el  futuro bebé que se está formando en su interior.

Habitualmente, el embarazo no se descubre hasta que se produce el retraso de la regla -unas dos semanas después de la fecundación-, aunque las mujeres que ya han sido madres pueden intuirlo un poco antes.

El test de embarazo se puede realizar a partir del sexto día de retraso de la regla. La prueba detecta en la orina la presencia de hormona gonadotropina coriónica (HCG), que aumenta mucho sus niveles al inicio del embarazo.

Primeros síntomas de embarazo

Los primeros síntomas de embarazo son más bien difusos y a menudo se confunden con el síndrome premenstrual: cansancio, tirantez en el pecho, aumento de la secreción vaginal, mayor sensibilidad olfativa o un extraño sabor metálico en la boca.

Más adelante, se pueden sentir náuseas y mareos, notar un aumento de la saliva y mayores ganas de hacer pis, pues poco a poco, el útero empieza  a crecer y presiona un poco la vejiga.

Las alteraciones hormonales también suelen ocasionar cambios en el estado de ánimo, somnolencia o lo contrario: insomnio.

El apetito también se altera: es posible que tengas hambre a todas horas (para compensar el malestar de las náuseas) o que te cueste probar bocado. Incluso hay quien pierde algo de peso a consecuencia de los vómitos. La buena noticia es que según avance el trimestre, irá disminuyendo la producción de la hormona gonadotropina coriónica (HCG), causante de las desagradables nauseas y alteraciones en el apetito.

En este trimestre, se suele engordar muy poco, pero es normal que la ropa comience a apretar porque las hormonas hacen que se retengan más líquidos. Si se trata del primer embarazo, la tripa apenas se aprecia, pero si ya se han tenido otros hijos, se pueden notar ya cambios al final del trimestre, ya que la piel y los músculos ceden antes para dejar espacio al útero en crecimiento.

Al médico, cuanto antes

En cuanto se confirma el embarazo, conviene pedir cita con el médico de familia para que gestione las primeras citas con el ginecólogo y la matrona del centro de salud que serán los que hagan el seguimiento del embarazo. A menudo, para ganar tiempo, el propio médico de familia manda la primera analítica y receta los suplementos necesarios en el embarazo. (ácido fólico y yodo, si la embarazada no los estaba tomando ya).

Cuidados preventivos

Desde que se confirma el embarazo (lo ideal es hacerlo desde que se empieza a buscar el bebé), hay que cuidarse de manera especial y abandonar cualquier hábito que puede ser nocivo para el bebé: tabaco, alcohol…

  • No se deben tomar medicamentos sin consultar con el médico, ni someterse a ciertos exámenes radiológicos (hay que avisar siempre de que se está embarazada para que el especialista decida si se pueden hacer o no).
  • Hay que evitar los esfuerzos, la práctica de deportes que pueden entrañar riesgo de caídas, realizar viajes largos o cansarse en exceso. Sí se puede (y conviene además) hacer ejercicio con moderación (nadar o pasear).
  • Si no se ha pasado la toxoplasmosis, una enfermedad benigna para los adultos que sin embargo puede tener consecuencias graves para el feto, hay que seguir una serie de precauciones como tomar la carne muy hecha o  congelarla durante al menos 48 horas (también se deben congelar los embutidos) y evitar el contacto con las heces de animales y la tierra de las plantas.
  • También se deben evitar los quesos poco curados y los alimentos de dudosa procedencia (por riesgo de contraer listeriosis, otra enfermedad peligrosa para el feto).
  • Conviene empezar a llevar ropa lo más cómoda posible y olvidarse de las prendas muy ajustadas que pueden entorpecer la circulación sanguínea. Además, el aumento de hormona progesterona favorece la retención de líquidos.
  • Es aconsejable consultar con el médico o la matrona si aparecen  secreciones vaginales amarillentas o con olor desagradable en el flujo vaginal, pues podría tratarse de una infección (en el embarazo hay más riesgo de sufrirlas porque el pH de la vagina se altera). Para prevenirlas hay que mantener la zona genital lo más limpia y  seca posible, usar ropa interior amplia de algodón y evitar los jabones perfumados.
  • Salvo que el médico indique lo contrario (por riesgo de aborto), se pueden mantener relaciones sexuales sin problema. Puede ocurrir que en este trimestre disminuya el apetito sexual, por las molestias típicas de la etapa.

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